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¿Dónde vive Vladimir?
Vladimir Putin. Sede de la KGB en Dresde, Alemania del Este

¿Dónde vive Vladimir?

Una afirmación recorre el mundo: el teniente coronel de la KGB Vladimir Putin quiere  imponer en la actualidad la configuración geopolítica que tenía el mundo en la década de los años 80 del siglo pasado, cuando él estuvo destinado en Dresde, Alemania del Este, pocos años antes de la caída del muro de Berlín.

Los cambios que han sucedido en el mundo durante estas últimas décadas no afectan su voluntad. Putin sigue en Dresde en 1989 y se propone que el mundo vuelva allí.

¿Cómo es posible algo así? A primera vista, no se puede entender. Sin embargo, si nos fijamos bien, veremos numerosos ejemplos de personas y hasta de comunidades enteras que viven en un mundo mental separado de los otros y de su época.

En efecto, en las mismas décadas transcurridas entre el Dresde de Putin y la actualidad, todos hemos sufrido -religiones mediante- el choque de enfrentamientos mortíferos entre individuos y comunidades con mentalidades mas propias de la baja Edad Media de occidente que de las democracias liberales actuales.

Comprobamos entonces que lo anacrónico es perfectamente compatible con la naturaleza humana. Veamos qué sucede a escala del individuo en nuestro entorno cercano más inmediato.

Hace unos días, un joven manifestó que se sentía como un hombre que había vivido en la cueva de la alegoría de Platón, viendo sombras, y que estaba mirando el mundo por primera vez a la luz del sol.

El joven que ha iniciado una revisión analítica de sus identificaciones principales -sus mayores que le sirvieron como modelo en el núcleo familiar- dice que tiene la impresión de no haber tenido hasta ahora ideas propias y que cree que había percibido el mundo según los dogmas familiares, las sombras de la caverna transmitidas por su familia.  

En síntesis, dice que al diferenciarse poco a poco de algunas de las ideas de sus mayores esta percibiendo el mundo y a sí mismo de una manera nueva. De ahí que recurra a la alegoría de la caverna para expresar cómo se siente. 

En la misma semana, la madre de una preadolescente se queja de lo contrario: su hija de 13 años no hace nada sola. Los deberes del colegio, arreglar su cuarto, dormir sola en su cama. En efecto, esta niña siempre ha dormido en la cama de sus padres. Ante el asombro del terapeuta que la escucha, esta mujer afirma que su hija se niega a habitar su propia cama y que después de todo a ella -y también su exmarido- les gusta tenerla acurrucada mientras duermen. 

En estos dos ejemplos clínicos constatamos la distancia entre lo saludable del primero y lo patológico del segundo. Mientras el joven intenta -no sin cierta alegría de vivir- como él mismo dice “descubrir su propia voz”, la segunda vive deprimida en el útero mental de sus padres, que es algo que concuerda bien para el caso con la caverna de la alegoría de Platón.

La tan afamada rebeldía del adolescente no suele ser más que la manera incómoda de dejar la infancia y diferenciarse de los padres. Incómoda por muchas razones, afectivas y de desbordes también, a veces hasta cruentas. Pero el gran problema de la rebeldía adolescente suele ser que sirve para alejarse y sufrir pero no para diferenciarse. Todos los días vemos adultos que fueron muy rebeldes en su adolescencia convertidos en réplicas de sus padres, rechazando en ellos mismos lo que antes rechazaron de sus padres. 

También encontramos adultos que intentan realizar de manera ciega para ellos mismos e inmisericorde con sus semejantes los ideales adquiridos de algún antepasado real o histórico admirado por su padre o su madre.

Por eso decimos que es saludable el camino analítico de revisión de las identificaciones del joven de nuestro primer ejemplo, ya que si lo recorre encontrará la oportunidad de ser un adulto de deseo. Pero también hay que saber que, aún así, no existe una persona que esté completamente libre de las sombras de su propia caverna. Eso es lo que nos enseña Platón en su tratado didáctico político La República

El caso de Vladimir es especial entonces, no porque sea un adulto que viva en su caverna de Dresde, sino porque tiene voluntad y poder para intentar meternos a todos en ella, cadenas al cuello. El revés de la alegoría de Platón.

No sabemos lo que realmente significan los años inmediatamente anteriores a Dresde 1989 para el sujeto Vladimir, salvo que así es el mundo que él quiere. ¿Cuáles son las identificaciones en las qué se encuentra anclado? ¿Quizás algún Stalin?

En cambio si podemos deducir que el inédito desplazamiento de política exterior y defensa dado en estos días por Alemania, se debe a que las acciones militares de Vladimir Putin le han advertido que Dresde le concierne.

La imagen que ilustra este post es una fotografía del edificio del KGB en Dresde, publicada en la BBC NEWS

Equipo INSM